Antonio López Garcia. Fotografía de la naturaleza.

Antonio López Garcia. Fotografía de la naturaleza.
Buscando amigos

jueves, 30 de diciembre de 2010


Abejaruco (Merops apiaster)

Para suavizar el frío invierno.
Arroyo Matajudios un precioso día de primavera.

No mencionaré por respeto a la especie que represento, las veces que resbalé en el transcurso de este trabajo, y fui rodando al fondo del arroyo, cuyas aguas han cincelado con la lógica complicidad del tiempo, estos taludes arenosos, donde hoy conviven en franca armonía el abejaruco y el martín pescador, dos de nuestras especies más bellas y llamativas.

No obstante, a pesar de lo accidentado del trabajito, me complací en esta ocasión en abordar una especialidad fotográfica que hacía tiempo me roía la cabeza, realizar alta velocidad combinada con luz natural para recrear parte del hábitat del animal retratado.

Ésta es una disciplina que requiere de una técnica muy compleja y depurada si se quiere realizar con ciertas garantías de éxito, en la que es necesario prever con antelación cual va a ser la trayectoria del Sol, para que en ningún momento de la prolongada sesión, quede expuesta a su luz directa la zona que utilizaremos de fondo para el sujeto a retratar. Siendo estos iluminados independientemente del paisaje con fugaces pero potentes destellos de flash, del orden de 1:16.000 de segundo, o incluso menos, capaces de congelar el rápido movimiento de las aves. Cosa que en modo alguno lograría el lento obturador de nuestra cámara, cuya única misión en este caso es la de controlar la correcta exposición del paisaje. Por lo que hay que elegir con sumo cuidado el nido, posadero o lugar de tránsito donde se pretende hacer la fotografía para que reúna un mínimo de circunstancias indispensables que lo cualifiquen idóneo a tal fin.

Nada me hacía presagiar cuando localicé este nido todavía en construcción, que me había de plantear tantos problemas de estabilidad. Buena altura, buena accesibilidad, buena orientación, aparentemente no requería el montaje de una plataforma. Pero eso sí, con una ligera pendiente y una arenilla suelta que hacían zozobrar al más consumado equilibrista. Después de varios accidentados y aparatosos aterrizajes lejos de mi objetivo y algo más que los pies mojados y algún que otro moratón en el cuerpo, una escalera tumbada sobre el terreno a 45º aproximadamente, remedió el arriesgado e incómodo problema. Esto evidencia una vez más que para este tipo de empresas hay que llevar de todo.

“ A las puertas del paraíso”

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