No podía finalizar el día de hoy, sin eximir de toda culpa al águila calzada sobre la que ayer cargué injustificadamente la responsabilidad de haberme impedido con su presencia, fotografiar a los conejos comiendo y retozando, a la entrada misma de sus vivales; ya que tanto antes como después de su meteórica e inesperada aparición, los gentiles lagomorfos no dudaron en posar largo tiempo para mi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario