Antonio López Garcia. Fotografía de la naturaleza.

Antonio López Garcia. Fotografía de la naturaleza.
Buscando amigos

miércoles, 30 de mayo de 2012

Valverde de los Arroyos


 Panorámica desde el camino de Valverde de los Arroyos a la chorrera de Despeñalagua.

 Un vistoso inquilino de estos bellos parajes. Macho de lagarto verdinegro (Lacerta schreiberi)

La chorrera de Despeñalagua enclavada en pleno corazón de Guadalajara.

Poco podía imaginar apenas hace unos días que tenia planeada esta visita a las castellanas tierras de Guadalajara, que mi primera toma de contacto, después de muchos años, con este hermosísimo y prolífico paraje de nuestra variada geografía nacional, me iba a sorprender de forma tan honda y espectacular. Creo haber abierto una nueva brecha de importancia capital en mi devenir zoofotográfico y en mis afectos y relaciones puramente humanas, que al fin y a la postre son el más valioso trofeo al que podemos aspirar.


martes, 22 de mayo de 2012

El color en la Naturaleza.


Domingo 20 de Mayo. Valle del Ambroz. Extremadura.

No se estaba caracterizando el día por su brillantez y entretenimiento, un breve pero muy agradable desayuno en compañía de dos buenos amigos, donde surgió la polémica de si algunas fotos de Namibia obra de uno de ellos, por su innegable espectacularidad, pudieran ser resultado del “Photochoc” como parecía sonar este nombre en boca de mi culto amigo extremeño, debido a su gracioso acento. La innegable profesionalidad del fotógrafo autor, de fama y reconocido prestigio internacional, que nos honraba con su compañía, pronto nos sacó de dudas y nos demostró que la Naturaleza con frecuencia supera la más encendida y disparatada imaginación.
Pasó el día entre lluvias y escampadas, nubes y rasos, perezas y espabiladas, y ya por la tarde, pero que muy tarde, cuando uno casi solo piensa en una sabrosa y saludable cena como única recompensa a la constancia y al empeño, nos sorprende una feroz tormenta en medio de la dehesa y de un “Time Laps” que mi compañero se ve forzado a finiquitar antes casi de empezar.
Ambos corremos cargados de cacharros de afotar. Ambos sorprendidos y entusiasmados por el repentino e insospechado cambio de dirección de la espectacular tormenta y del extraordinario mosaico de luces y colores que desparrama sin piedad por toda la llanada, olvidamos nuestro primer impulso de escapar y como niños poseídos de un extraño e inevitable embrujo, inconscientes ya el uno del otro, ajenos incluso a los fríos e implacables goterones que calan sin piedad nuestro cuerpo y nuestro equipo, nos entregamos a un lúdico y frenético aquelarre fotográfico en un desesperado intento de captar toda aquella belleza.

El bosque encendido.

Y detrás de la tormenta, ya se sabe. Nos entregamos ansiosos a analizar el resultado de nuestra frenética actividad de aquellos pocos y húmedos segundos de irrealidad, cuando de pronto escucho a mi amigo que dice, ¿Qué te parece esta encina?, mostrándome una de las magníficas imágenes que había obtenido con su habitual maestría, y añade …para que luego diga tu amigo ...¿photochoc?

sábado, 5 de mayo de 2012

Maravillosa experiencia.



Con el propósito de no herir susceptibilidades y plenamente consciente de la creciente sensibilización que se está desarrollando en torno a la influencia negativa que se pueda ejercer sobre especies en precario estado de conservación, derivada de la intromisión humana al intentar observarlas, conocerlas y fotografiarlas, he de manifestar que todas las imágenes de los osos se han realizado desde una considerable distancia, empleando óptica supertelefoto de 600mm, tele convertidor TC20 y recorteDX, proporcionando una focal equivalente de casi un 2000mm.

viernes, 4 de mayo de 2012

Libre

Libre, salvaje y puro, como la helada y etérea niebla de la mañana que baña a su paso las verticales e inaccesibles paredes rocosas  de este exclusivo e idílico reducto Asturiano donde aun es posible contemplar en total libertad a estos colosos del reino animal, cuya sola presencia arranca de lo más profundo de nuestra Alma ese hálito de ilusión y de esperanza que nos devuelve la alegría de vivir.

El poderoso macho ventea el aire en busca de los efluvios de la hembra en celo que sin duda no anda lejos, o tal vez sigue el rastro de la que amamantando aun a su joven retoño del año anterior, huye y se esconde en los lugares mas impensables e inexpugnables, en un desesperado intento de proteger a su vulnerable cría de las iras reproductivas de este soberbio animal.

Con paso lento, pero seguro y constante, casi demoledor, va cubriendo la enorme y extraplomada distancia que media desde la cumbre por donde apareció hasta el profundo valle por donde discurre un embravecido río, y vuelta de nuevo hacia arriba por otro lado de la escarpada montaña, donde  una joven hembra  observa recelosa desde lo mas alto su errático e intimidante peregrinar.

Cuesta trabajo separar la vista a través de la cámara, de esta enorme bestia negra,  y es cuando por fin te decides a hacerlo, cuando realmente aprecias el trayecto recorrido en tan corto espacio de tiempo, en tan abrupta y dificultosa orografía. Perdido por unos instantes entre la vegetación próxima a la cumbre que ha alcanzado nuevamente con facilidad pasmosa, advertimos su probable ubicación, por la actitud de alarma de la hembra que lo observaba, y por su precipitada huida, no tardando en aparecer por ese mismo lugar el voluminoso macho, volviendo a desaparecer tras de la peluda y deseada fémina.

 Peregrinaje tras el rastro de una hembra.
Observa con detenimiento a donde quiere llegar, y por donde ir.

 Lento pero con innegable determinación inicia su camino.

 Se detiene con frecuencia para analizar el aire, y sigue su camino aparentemente errático, pero con clara determinación.

 En ningún momento del trayecto seguido muestra la más mínima dificultad en superar cualquier obstáculo, por vertical e infranqueable que se le pueda presentar.

 Sigue una ruta zigzagueante pero sin titubeos, posiblemente trazada a su paso por la reciente presencia de una hembra.

 Me cuentan que a este gran macho, la hembra del lugar le anda evitando hace días, cosa que yo mismo he podido comprobar.

 Pese a la enorme distancia que nos separa, hiela la sangre pensar que el también pueda estar observándonos, lo mismo que nosotros a el.
Ciertamente esto es un "producto" dicho sea con todos mis respetos, que realmente engancha. Ya estoy contando los días para volver a intentar fotografiarle con mejor luz si es posible, y disfrutar de esta tierra tan bella y hospitalaria. Muchas gracias a todos los que me habéis ayudado.
Oso pardo ibérico (Ursus arctos pyrenaicus)