Antonio López Garcia. Fotografía de la naturaleza.

Antonio López Garcia. Fotografía de la naturaleza.
Buscando amigos

lunes, 20 de mayo de 2013

Palpita la vida


Cría de ciervo común esperando convenientemente camuflada a que regrese su madre para darla de mamar.


Quizás este fin de semana pasado, no hubiera  tenido nada de extraordinario, anímica, emocional  y fotográficamente hablando, si la casualidad no hubiera puesto en mi camino en los montes de Granadilla (Cáceres) a esta simpática criatura, que sin duda al verme experimentó exactamente todo lo contrario que yo al reparar en ella. Pese a hacerla varias fotografías con tres objetivos diferentes y otras tantas cámaras, he de confesar  que lo hice con la máxima diligencia posible, sin mover ni una sola brizna del decorado original y en todo momento inquieto por si mi presencia en aquel lugar, pudiera llamar la atención de algún otro oculto observador, humano o no, peor intencionado que yo. Por otro lado no dejaba de preguntarme a que extraño mecanismo obedecía el indefenso y tierno animal, para permanecer completamente inmóvil, casi sin pestañear,  ante mí agitada presencia, que pese a intentar dulcificar hasta el último de mis movimientos, no dejaba de ser una potencial amenaza para el pobre animal. Pronto caí en la cuenta de que muy posiblemente la madre me estuviera observando no muy lejos de allí, esperando que me alejara de su desvalida descendiente lo antes posible, cosa que no tardé en hacer, aunque pasadas aproximadamente cuatro horas regresé por el mismo lugar para cerciorarme de que esta ya la hubiera puesto a buen recaudo en algún otro lugar más seguro e inaccesible a la vista.


domingo, 5 de mayo de 2013

El señor de las tinieblas.


 Búho real (Bubo bubo) Cuidando de sus dos pequeños casi recién nacidos.


 Bastó una visita relámpago a esta pareja reproductora en tierras de Guadalajara para quedar irremediablemente prendado de sus enormes y enigmáticos ojos.


Realmente sorprende en todas las aves de presa, tanto diurnas como nocturnas, pese a su extraordinario poder y agresividad, la extrema delicadeza con que los progenitores cuidan de su desvalida descendencia, procurándolas sombra en las horas más calurosas del día, cobijo ante los más despiadados y tormentosos aguaceros. Y como no,  despiezándoles en trozos facilmente digeribles, las nutritivas presas que el macho ha aportado al nido para su nutrición.