Cría de ciervo común esperando convenientemente camuflada a que regrese su madre para darla de mamar.
Quizás este fin de semana pasado, no hubiera tenido nada de extraordinario, anímica,
emocional y fotográficamente hablando,
si la casualidad no hubiera puesto en mi camino en los montes de Granadilla (Cáceres)
a esta simpática criatura, que sin duda al verme experimentó exactamente todo
lo contrario que yo al reparar en ella. Pese a hacerla varias fotografías con
tres objetivos diferentes y otras tantas cámaras, he de confesar que lo hice con la máxima diligencia posible,
sin mover ni una sola brizna del decorado original y en todo momento inquieto
por si mi presencia en aquel lugar, pudiera llamar la atención de algún otro oculto
observador, humano o no, peor intencionado que yo. Por otro lado no dejaba de
preguntarme a que extraño mecanismo obedecía el indefenso y tierno animal, para
permanecer completamente inmóvil, casi sin pestañear, ante mí agitada presencia, que pese a intentar
dulcificar hasta el último de mis movimientos, no dejaba de ser una potencial
amenaza para el pobre animal. Pronto caí en la cuenta de que muy posiblemente
la madre me estuviera observando no muy lejos de allí, esperando que me alejara
de su desvalida descendiente lo antes posible, cosa que no tardé en hacer,
aunque pasadas aproximadamente cuatro horas regresé por el mismo lugar para
cerciorarme de que esta ya la hubiera puesto a buen recaudo en algún otro lugar
más seguro e inaccesible a la vista.
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